Ya sabemos que los complementos nos ayudan a acentuar la decoración de un espacio. Pero uno de ellos en particular deja una huella muy personal y habla de nosotros. Me refiero a los cuadros. Una mala elección en su diseño y distribución puede transformar cualquier ambiente alterando la idea decorativa original y creando un incómodo malestar visual.

Para poder elegir con un buen criterio,  es necesario saber que los cuadros deben guardar relación con el entorno en donde estén colocados y entre ellos mismos si se sitúan más de dos, ya sea el color, el motivo, el marco. Todo debe estar en perfecto equilibrio. Si bien debemos elegir los cuadros de acuerdo a nuestros gustos personales y sentirnos identificados, no debemos olvidarnos que hay un contexto que los rodea y que debe existir armonía entre las partes.

Hoy en día, para colgarlos no hay demasiadas reglas. Podemos ser más transgresores y jugar un poco con ello. Claro que la distribución se hará también en base a la decoración existente. Un estilo clásico nos limitará mientras que una ambientación ecléctica o menos formal dejará que nos movamos un poco de la línea recta. Más allá de esto, hay una pauta básica que hay que respetar y es mantener los cuadros a la altura de los ojos del observador. Colgarlos demasiado altos hará que forcemos la mirada hacia ellos y no resulta una buena opción. Ubicarlos en el piso es un recurso que se está utilizando mucho, pero sólo es válido para pinturas o láminas de dimensiones más bien grandes, ya que inclinarse para observarlos tampoco resulta cómodo.

Una manera de probar las distintas alternativas de distribución antes de colgarlos, es armando composiciones sobre el suelo. Una vez que esté decidido el orden, recién en ese momento ubicarlos en las paredes. Así nos ahorramos la posible tarea de hacer agujeros que luego quizá ni siquiera utilizaremos.

Escrito por Cecilia Favier de Decocasa

Fuente Imágenes: Karmuca y Cuquino, Dormitorios, Decorology, Decorablog, Muebles modernos