Surgieron  en los años setenta en Norteamérica. Eran pequeñas fábricas, talleres o almacenes que luego del traslado de la actividad comercial a la zona de Wall Street quedaron abandonados, siendo ocupados por artistas y bohemios en su afán de encontrar lugares, donde vivir y trabajar, que fuesen amplios y luminosos, pero por sobre todo, de baja renta de alquiler.
Sin embargo, el concepto actual de loft, se extendió  a cualquier apartamento o vivienda con las características concretas de aquellos locales industriales.

El loft se caracteriza por grandes superficies sin divisiones, con mucha luz y aspecto industrial con colores fríos como el azul y el gris. Los materiales usuales de este tipo de construcción son el hormigón, el cemento y el ladrillo que visten pisos, paredes y techos, y el aluminio que lo encontramos en baños y cocina.
Se intenta, siempre que sea posible, conservar los elementos estructurales y originarios y mantenerlos a la vista.

La decoración  suele ser escasa, pero si la hay debe ser de líneas rectas y puras. Recordemos que el espacio es el principal elemento del loft por lo que utilizaremos objetos que no lo invadan.
Si quisiésemos crear ciertas barreras para dividir visualmente el ambiente, podemos optar por utilizar contrastes de materiales o mobiliario del tipo liso-rugoso, antiguo-moderno, liviano-pesado.
Como la luz tiene un rol fundamental en este estilo, no debemos olvidar los ventanales amplios y techos muy altos.

Escrito por Cecilia Favier de Decocasa

Fuente Imágenes: Vintage + Chic, Delikatissen